martes, 24 de junio de 2008

Álamos, Sonora; Pueblo Mágico


Este año será muy importante para las aspiraciones de nuestro Sombrerete de llegar a ser reconocido como Pueblo Mágico. Esperemos así sea y que en breve recibamos esa importante distinción, sin embargo, mientras son peras o son manzanas, creo oportuno y prudente que los sombreretenses conozcamos con que se come y con que se toma este asunto.

Husmeando, como es mi costumbre, entre revistas y periódicos me encontré la Guía Especial de los Pueblos Mágicos de México publicado recientemente por la Secretaria de Turismo Federal. En este ejemplar están las descripciones de lo que ofrece cada Pueblo Mágico –incluido ya nuestro hermano Jerez- para los turistas.

Hoy iniciaremos un recorrido por la región norte de nuestro país y compartiré con ustedes una breve reseña de Álamos, Sonora de tal manera que podamos conocer con mayor detalle lo que ellos están haciendo y así despertar nuestra creatividad para cuando nos toque a nosotros definir nuestra oferta turística. Hay que recordar que cada uno de los que vivimos en Sombrerete tendremos que participar con algo para brindar una “magia verdadera” a quienes nos visiten.

Vayamos pues al Estado de Sonora y conozcamos a su único Pueblo Mágico.

Álamos es la población más bella y colonial del estado de Sonora, la ''ciudad de los portales" y tuvo su esplendor y su ocaso con la minería, pero mantiene su imagen de pueblo encantador. Su gente hospitalaria muestra con orgullo sus casas señoriales y callejuelas para ser recorridas a placer, y disfrutar la belleza natural representativa de las zonas semiáridas de Norteamérica.

Su origen se remonta en 1683 cuando se descubrió la veta de La Europea, al pie de la Sierra de Álamos, lo que condujo a su colonización. Fueron explotadas otras minas de plata, convirtiéndola en el Siglo XVIII, la ciudad más importante y rica del noroeste del país. Álamos acuñó valiosas monedas de oro, plata y cobre en el Siglo XIX, tras su declive minero quedó en el abandono. Sus actuales habitantes rescataron su imagen y hoy se puede caminar por sus calles apacibles y disfrutar en cada cuadra sus magníficas mansiones antiguas restauradas con bellos patios interiores, museos y edificios históricos.

Esta ciudad colonial alberga majestuosos edificios con peculiares arcos que la caracterizan, principalmente en el corazón de la ciudad donde se encuentra la plaza principal, lugar ideal para tomar un descanso entre sus jardines, su quiosco posee una antigüedad de más de 100 años. Junto a ella sobresale la fachada del Palacio Municipal, una construcción del año de 1899 en la que se observan columnas de hierro, grandes ventanas y una torre.

Un bello ejemplo de estilo barroco es el Templo de la Purísima Concepción, del Siglo XVIII, su elegante arquitectura tiene tres naves principales y su interior conserva muebles finos de madera de buena calidad. Otro espacio para hacer una pausa en el recorrido es La Alameda, cubierta por los grandes árboles que le dan nombre a esta población. Unos pasos más y está el Callejón del Beso, como en la ciudad de Guanajuato, aquí también han surgido historias de amor.

En Álamos, sus construcciones centenarias guardan un episodio de la historia de la región, de aquel esplendor minero quedan la Casa de Moneda, donde se acuñaron los minerales preciosos desde 1827 para México y otros países. El Museo Costumbrista de Sonora, instalado en una casona del siglo XVIII, exhibe fotografías, documentos y objetos del Álamos minero. Otro edificio histórico es la Antigua Cárcel, inmueble que data de la época de esplendor minero y ahora es la Casa de la Cultura.

En Álamos la artesanía es variada, hay artículos de palma, muebles de madera, objetos de latón, vidrio, barro y macramé, también textiles, tapetes, bordados de lana y sarapes. Se dice que la mejor carne está en Sonora, y en Álamos se disfrutan cortes de res al estilo norteamericano. Platillos tradicionales como el caldo de queso, el menudo, el puchero, el estofado, hígado encebollado y las tradicionales chivichangas de frijol y queso. En los postres pueden disfrutarse las cajetas de guayaba, conserva de limón y empanadas de guayaba y cajeta de leche. La bebida tradicional del estado es el bacanora, preparada con una cactácea y mezcal.

A 10 kilómetros al oeste de Álamos se encuentra La Aduana, uno de los antiguos centros mineros de la región, donde destaca la iglesia de la Virgen de la Balvanera. Para contemplar el paisaje del valle, está el mirador de la cima del Cerro del Perico, es posible llegar en vehículo. Para aquellos que gusten de la observación de aves, visite el Área Natural Protegida Sierra de Álamos - Río Cuchujaqui donde además hay cuerpos de agua para pescar y sitios para recorrer en bicicleta de montaña o en caballo. Para los buscadores de la actividad cinegética, en el Rancho Tres Marías se permite la cacería de codorniz, conejo, paloma, liebre y jabalí. Un buen lugar para realizar paseos en lancha es la presa Adolfo Ruiz Cortines, conocida también como Mocúzarit, donde además puede pescarse lobina o bagre y en su temporada permitida es posible cazar patos.

Este es uno de los pueblos contra los que estaremos compitiendo; y digo compitiendo en el mejor de los sentidos. Tengamos presente que todos aquellos que estén buscando un rincón mágico en nuestro país tendrán la posibilidad de escoger entre Álamos y Sombrerete y otros 31 que existen a lo largo y ancho de nuestro territorio. El viajero tendrá la oportunidad de evaluar aquello que le ofrecen ambos pueblos y decidir a dónde va, cuándo va y cuánto está dispuesto a gastar. Álamos cuenta con 6 hoteles. Tres de ellos de cinco estrellas además de cuatro restaurantes de buen nivel. Como lo leímos en párrafos anteriores, Álamos ofrece una amplia variedad de sitios recreativos y de atractivos culturales.

Le propongo que compare con la mayor objetividad, lo que ofrecemos en Sombrerete y lo que acabamos de conocer de este Pueblo Mágico Sonorense y sobre esta reflexión reconozcamos lo que ya tenemos y lo que nos hará falta para competir y resultar vencedores. Lo difícil no será recibir el reconocimiento de Pueblo Mágico, lo verdaderamente difícil será mantenerlo y demostrar en el tiempo que si somos mágicos. Eso depende de nuestra gente. Eso depende de usted y de mí.

Jerez, Zacatecas, Pueblo Mágico


Prepárese para acompañarme a Jerez. Este rincón mágico que durante mi juventud fue el refugio para mis ansias de galán bailador y conquistador. La temporada de conquistar y ser conquistado empezaba con un rio de caballos y jinetes prestos para prenderle lumbre al Judas en Sábado de Gloria y concluía para mí al terminar la Semana de Pascua. Digo para mí, porque para los jerezanos continuaba por varios días más.
Visitar Jerez es empaparse de cultura e historia que se manifiesta en su exquisita arquitectura de cantera rosa y variados estilos como el barroco, gótico y mudejar, magia que se siente en la calidez y alegres costumbres de sus habitantes, en la riqueza de su elaborada gastronomía y la música típica que resuena en sus bellas plazas invitando al baile.
EI maravilloso poblado de Jerez, cuna del célebre poeta Ramón López Velarde, se encuentra en Zacatecas, a 57 km de la capital, situada en un valle largo y casi plano, que es la boca de entrada al Cañón de Tlaltenango. Este pueblo de clima seco y templado es ideal para el viajero que busca relajarse en un desenfadado ambiente provinciano de vivas tradiciones y encanto natural.
En el centro del pueblo se ubica el Jardín Rafael Páez, plaza tranquila y arbolada donde uno puede reponer fuerzas mientras admira su bello kiosco de estilo morisco o escucha el murmullo del agua de su fuente. Sitio que también es punto de reunión de las bandas oriundas de la región, prestas a amenizar la estancia en el jardín o cualquier evento social.
A un par de cuadras del jardín está el Santuario de Nuestra Señora de la Soledad, símbolo del pueblo que desde la hermosa entrada a su atrio de arco lobulado y fino trabajo de cantera, sorprenderá al visitante. La construcción es estilo neoclásico con dos inmensas torres y destaca su retablo dedicado a la Virgen de la Soledad.
Para admirar la soberbia maestría de los canteros de la región en su máximo esplendor, basta con volver la vista frente al santuario hacia el Edificio de la Torre, construido a finales del siglo XIX. Su ostentosa fachada de estilo gótico está elegantemente vestida de cantera. Originalmente funcionó como una escuela para niñas, y ahora alberga la Casa de la Cultura y la Biblioteca Pública Municipal
Jerez vio los primeros pasos del autor de La Suave Patria, y es posible acercarse a ese universo visitando la Casa Museo Ramón López Velarde, inmueble del siglo XIX que aún conserva enseres originales y exhibe objetos, copias de manuscritos y fotografías familiares del gran poeta que enalteció nuestro país.
El antiguo gusto de los jerezanos por el arte y la cultura se materializa en el Teatro Hinojosa. Recinto imponente y señorial inaugurado en 1878, con sillas y balcones tallados en madera, donde aún se presentan espectáculos que nos transportan a la época de mayor apogeo de Jerez.
Tampoco se debe perder dar un volteón alrededor de la plaza central y admirar el Palacio Municipal, edificio de estilo barroco construido entre 1730 y 1745 que ha sufrido múltiples remodelaciones, pero siempre conservando su carácter original. Su interior tiene un agradable patio central con arquería de medio punto.
La deliciosa cocina jerezana cuenta con muchos platillos típicos, entre ellos el asado de boda, preparado con carne de cerdo, la carne adobada, menudo, pozole rojo. También encontramos la birria al estilo de Jerez, enchiladas zacatecanas, lengua de res en salsa de almendras y sopa de tortilla. En el camino de Zacatecas a Jerez es obligatorio llegar a las tortas de Malpaso; pequeñas tortas rellenas de un chorizo que carece de progenitora. También se recomienda conocer la Hacienda Camino Real en el entronque Jerez-Fresnillo, donde se puede detener para comer
Para el postre hay una gran variedad de dulces preparados en casa como el queso de tuna, dulces de leche, de biznaga y calabaza. Todo acompañado de un buen vaso de pulque.
Los artesanos, cuyos trabajos se encuentran en el mercado de artesanías, trabajan cintos pitea-dos, huaraches, objetos tejidos y bordados como morrales, sarapes, jorongos y sombreros de palma. También se encuentran objetos de madera tallada y cerámica pintada, ollas, cazuelas y jarrones.
Los alrededores de Jerez ofrecen una buena oportunidad para darse una escapada y conocer las bellezas naturales que circundan el pueblo. Hacia el poniente de Jerez, a pocos minutos se encuentra la Sierra de los Cardos, donde podrá admirar las caprichosas formaciones geológicas y riscos como el de La Aguililla y Mesa de San Lucas, ideal para practicar campismo, bicicleta de montaña y montañismo.
La riqueza musical de México le debe mucho a la comunidad de El Cargadero, pues fue ahí donde se fusionaron estilos musicales prehispánicos con sones e instrumentos de otras latitudes para crearse el famoso “Tamborazo Zacatecano”, que dio lugar a las famosas bandas cuyo estilo se extendió por todo el país y mas allá de nuestras fronteras.
Jerez ya lo logró; Jerez ya es un Pueblo Mágico. Reconozcamos lo bueno que tiene este pueblo hermano y definamos nuestro rumbo para llegar a serlo también nosotros.
Yo escribo y usted me lee; gracias por eso.
Alonso Salas Ochoa.

Parras de la Fuente, Coahuila, Pueblo Mágico


Paisanos sombreretenses, hoy les compartiré una semblanza de un pueblo mágico que conocí no hace muchos años, y que desde mi particular punto de vista, sí merece ser llamado Pueblo Mágico, así, con mayúsculas. El propósito de compartir este Instante de mi Exterior, esta encaminado a conocer lo hecho por otros pueblos mágicos y con ello definir el rumbo de lo que será nuestro Mágico Sombrerete.

Vayamos pues a Parras de la Fuente Coahuila.

Entre el color ocre del desierto, reluce en un valle donde el verdor se lo da el cultivo de la vid. Este maravilloso oasis de gran tradición vitivinícola tiene una industria textil prominente, iglesias virreinales, casonas, estanques con balnearios, acueductos, bodegas y haciendas que desde la época colonial han sido dedicados a la explotación y a los derivados de la uva.

La fertilidad de sus tierras se debe principalmente a la dotación de agua de los manantiales situados al pie de la sierra que tiene a sus espaldas. Antes de la llegada de los españoles el territorio estuvo habitado por nómadas. Debe su nombre a la abundancia de parras silvestres.

De su arquitectura, destaca enfrente de la plaza principal, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe con su torre lateral de un cuerpo rematada por pináculos y las cuatro imágenes en azulejo de la Virgen de Guadalupe que flanquean la entrada. Del interior, merece especial atención el retablo principal dedicado a San Ignacio de Loyola. A un costado se encuentra el Antiguo Templo y Colegio de San Ignacio de Loyola, conjunto de 1607 que además de las usuales obras de arte, incluye el Museo y Archivo Matheo con una importante colección de documentos civiles y eclesiásticos así como obras pictóricas del siglo XVII.

En la cúspide del cerro del Sombreretillo (¿me creerá si le digo que su cerro también se llama así?) sobresale la Iglesia del Santo Madero, símbolo arquitectónico de Parras y centro de culto popular, aunque su ornamentación es sencilla, es un sitio magnífico para recibir los primeros rayos del sol y ver desde lo alto el Valle de Parras.

En ejemplos de arquitectura civil, Parras no se queda rezagado, muestra de ello es su Palacio Municipal, obra neoclásica decorada con balcones, frontones y un gran mural de la historia regional; la Casa de la Cultura, otro espacio dedicado a la vida de Madero y objetos de arte de la localidad; el acueducto de inicios del siglo XX, utilizado para transportar agua en medio del desierto de Coahuila; y la Casa del Abuelo, residencia que fuera del prócer de la Revolución, Francisco I. Madero.

Como importante productor de vino, aquí se establecieron la Hacienda San Lorenzo, fundada en el siglo XVI para colocar en ella las primeras bodegas de vino en América, hoy Casa Madero, una importante productora de vinos a nivel nacional e internacional; La Hacienda de Perote, propiedad perteneciente a la industria vitivinícola regional, convertida a la vez en centro hotelero de descanso; y las Bodegas del Vesubio, un sitio donde la tradición familiar de los buenos vinos se combina con la tradición italiana.

El centro de Parras es el sitio perfecto para la compra de artesanías y piezas relacionadas con la actividad vitivinícola. Es notable también la producción y exportación de mezclilla en esta zona, La Estrella, desde 1854, y La Campana, a partir de 1918, son importantes fábricas donde se puede comprar mezclilla de muy buena calidad.

Han conservado tradiciones de origen mestizo para su gastronomía, así es fácil saborear el asado de puerco, los tamales de pollo y la barbacoa. Desde luego no pueden faltar los aperitivos, vinos y licores. Los visitantes más golosos no se van de Parras sin probar los dulces de nuez, higo, uva, piñón y cajeta.

En las afueras del poblado podrán visitarse los Estanques La Luz, La Hacienda, y Zapata, cuentan con toboganes, albercas y juegos infantiles; ideales para un agradable día de campo. Para los amantes del excursionismo tendrán a su disposición las escarpadas montañas situadas al sur del valle, que se levantan hasta los 2,880 metros de altitud a lo largo de más de 30 kilómetros.

Como podrán leer estimados paisanos, Parras tiene mucho parecido a nuestro Sombrerete y ellos ya lograron el reconocimiento como Pueblo Mágico, ahora el balón esta en nuestra cancha, de nosotros depende que Sombrerete lo logre.

Yo escribo y usted me lee; gracias por eso.

Alonso Salas Ochoa