
Paisanos sombreretenses, hoy les compartiré una semblanza de un pueblo mágico que conocí no hace muchos años, y que desde mi particular punto de vista, sí merece ser llamado Pueblo Mágico, así, con mayúsculas. El propósito de compartir este Instante de mi Exterior, esta encaminado a conocer lo hecho por otros pueblos mágicos y con ello definir el rumbo de lo que será nuestro Mágico Sombrerete.
Vayamos pues a Parras de la Fuente Coahuila.
Entre el color ocre del desierto, reluce en un valle donde el verdor se lo da el cultivo de la vid. Este maravilloso oasis de gran tradición vitivinícola tiene una industria textil prominente, iglesias virreinales, casonas, estanques con balnearios, acueductos, bodegas y haciendas que desde la época colonial han sido dedicados a la explotación y a los derivados de la uva.
La fertilidad de sus tierras se debe principalmente a la dotación de agua de los manantiales situados al pie de la sierra que tiene a sus espaldas. Antes de la llegada de los españoles el territorio estuvo habitado por nómadas. Debe su nombre a la abundancia de parras silvestres.
De su arquitectura, destaca enfrente de la plaza principal, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe con su torre lateral de un cuerpo rematada por pináculos y las cuatro imágenes en azulejo de la Virgen de Guadalupe que flanquean la entrada. Del interior, merece especial atención el retablo principal dedicado a San Ignacio de Loyola. A un costado se encuentra el Antiguo Templo y Colegio de San Ignacio de Loyola, conjunto de 1607 que además de las usuales obras de arte, incluye el Museo y Archivo Matheo con una importante colección de documentos civiles y eclesiásticos así como obras pictóricas del siglo XVII.
En la cúspide del cerro del Sombreretillo (¿me creerá si le digo que su cerro también se llama así?) sobresale la Iglesia del Santo Madero, símbolo arquitectónico de Parras y centro de culto popular, aunque su ornamentación es sencilla, es un sitio magnífico para recibir los primeros rayos del sol y ver desde lo alto el Valle de Parras.
En ejemplos de arquitectura civil, Parras no se queda rezagado, muestra de ello es su Palacio Municipal, obra neoclásica decorada con balcones, frontones y un gran mural de la historia regional; la Casa de la Cultura, otro espacio dedicado a la vida de Madero y objetos de arte de la localidad; el acueducto de inicios del siglo XX, utilizado para transportar agua en medio del desierto de Coahuila; y la Casa del Abuelo, residencia que fuera del prócer de la Revolución, Francisco I. Madero.
Como importante productor de vino, aquí se establecieron la Hacienda San Lorenzo, fundada en el siglo XVI para colocar en ella las primeras bodegas de vino en América, hoy Casa Madero, una importante productora de vinos a nivel nacional e internacional; La Hacienda de Perote, propiedad perteneciente a la industria vitivinícola regional, convertida a la vez en centro hotelero de descanso; y las Bodegas del Vesubio, un sitio donde la tradición familiar de los buenos vinos se combina con la tradición italiana.
El centro de Parras es el sitio perfecto para la compra de artesanías y piezas relacionadas con la actividad vitivinícola. Es notable también la producción y exportación de mezclilla en esta zona, La Estrella, desde 1854, y La Campana, a partir de 1918, son importantes fábricas donde se puede comprar mezclilla de muy buena calidad.
Han conservado tradiciones de origen mestizo para su gastronomía, así es fácil saborear el asado de puerco, los tamales de pollo y la barbacoa. Desde luego no pueden faltar los aperitivos, vinos y licores. Los visitantes más golosos no se van de Parras sin probar los dulces de nuez, higo, uva, piñón y cajeta.
En las afueras del poblado podrán visitarse los Estanques La Luz, La Hacienda, y Zapata, cuentan con toboganes, albercas y juegos infantiles; ideales para un agradable día de campo. Para los amantes del excursionismo tendrán a su disposición las escarpadas montañas situadas al sur del valle, que se levantan hasta los 2,880 metros de altitud a lo largo de más de 30 kilómetros.
Como podrán leer estimados paisanos, Parras tiene mucho parecido a nuestro Sombrerete y ellos ya lograron el reconocimiento como Pueblo Mágico, ahora el balón esta en nuestra cancha, de nosotros depende que Sombrerete lo logre.
Yo escribo y usted me lee; gracias por eso.
Alonso Salas Ochoa
Vayamos pues a Parras de la Fuente Coahuila.
Entre el color ocre del desierto, reluce en un valle donde el verdor se lo da el cultivo de la vid. Este maravilloso oasis de gran tradición vitivinícola tiene una industria textil prominente, iglesias virreinales, casonas, estanques con balnearios, acueductos, bodegas y haciendas que desde la época colonial han sido dedicados a la explotación y a los derivados de la uva.
La fertilidad de sus tierras se debe principalmente a la dotación de agua de los manantiales situados al pie de la sierra que tiene a sus espaldas. Antes de la llegada de los españoles el territorio estuvo habitado por nómadas. Debe su nombre a la abundancia de parras silvestres.
De su arquitectura, destaca enfrente de la plaza principal, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe con su torre lateral de un cuerpo rematada por pináculos y las cuatro imágenes en azulejo de la Virgen de Guadalupe que flanquean la entrada. Del interior, merece especial atención el retablo principal dedicado a San Ignacio de Loyola. A un costado se encuentra el Antiguo Templo y Colegio de San Ignacio de Loyola, conjunto de 1607 que además de las usuales obras de arte, incluye el Museo y Archivo Matheo con una importante colección de documentos civiles y eclesiásticos así como obras pictóricas del siglo XVII.
En la cúspide del cerro del Sombreretillo (¿me creerá si le digo que su cerro también se llama así?) sobresale la Iglesia del Santo Madero, símbolo arquitectónico de Parras y centro de culto popular, aunque su ornamentación es sencilla, es un sitio magnífico para recibir los primeros rayos del sol y ver desde lo alto el Valle de Parras.
En ejemplos de arquitectura civil, Parras no se queda rezagado, muestra de ello es su Palacio Municipal, obra neoclásica decorada con balcones, frontones y un gran mural de la historia regional; la Casa de la Cultura, otro espacio dedicado a la vida de Madero y objetos de arte de la localidad; el acueducto de inicios del siglo XX, utilizado para transportar agua en medio del desierto de Coahuila; y la Casa del Abuelo, residencia que fuera del prócer de la Revolución, Francisco I. Madero.
Como importante productor de vino, aquí se establecieron la Hacienda San Lorenzo, fundada en el siglo XVI para colocar en ella las primeras bodegas de vino en América, hoy Casa Madero, una importante productora de vinos a nivel nacional e internacional; La Hacienda de Perote, propiedad perteneciente a la industria vitivinícola regional, convertida a la vez en centro hotelero de descanso; y las Bodegas del Vesubio, un sitio donde la tradición familiar de los buenos vinos se combina con la tradición italiana.
El centro de Parras es el sitio perfecto para la compra de artesanías y piezas relacionadas con la actividad vitivinícola. Es notable también la producción y exportación de mezclilla en esta zona, La Estrella, desde 1854, y La Campana, a partir de 1918, son importantes fábricas donde se puede comprar mezclilla de muy buena calidad.
Han conservado tradiciones de origen mestizo para su gastronomía, así es fácil saborear el asado de puerco, los tamales de pollo y la barbacoa. Desde luego no pueden faltar los aperitivos, vinos y licores. Los visitantes más golosos no se van de Parras sin probar los dulces de nuez, higo, uva, piñón y cajeta.
En las afueras del poblado podrán visitarse los Estanques La Luz, La Hacienda, y Zapata, cuentan con toboganes, albercas y juegos infantiles; ideales para un agradable día de campo. Para los amantes del excursionismo tendrán a su disposición las escarpadas montañas situadas al sur del valle, que se levantan hasta los 2,880 metros de altitud a lo largo de más de 30 kilómetros.
Como podrán leer estimados paisanos, Parras tiene mucho parecido a nuestro Sombrerete y ellos ya lograron el reconocimiento como Pueblo Mágico, ahora el balón esta en nuestra cancha, de nosotros depende que Sombrerete lo logre.
Yo escribo y usted me lee; gracias por eso.
Alonso Salas Ochoa
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